lunes, 22 de noviembre de 2010

Peleas de trabajo

Ayer tuve que ir de vuelta al trabajo, lo que más me molestaba era tener que
ir a la oficina 114 a buscar los papeles porque solo la presencia de Eduardo
me perturbaba. Era la persona más arrogante de todas, todo en el me
molestaba. Su rigidez y su forma estricta de dirigir las cosas, no me daban
pie a equivocarme en nada. El solo hecho de ir a su oficina me fastidiaba.
De todas maneras fui a mi oficina y comencé a trabajar. Lamentablemente, en
más de una ocasión  me ví obligado a ir a la 114. Sin embargo, la situación
más desagradable se dio la primera vez que me dirigí hacia ella. Entré a la
oficina y noté la mirada de Eduardo clavada en mi espalda. Eso ya me puso de
mal humor. Tomé unos papeles de arriba del escritorio y me di vuelta para
volver a mi oficina. Al hacerlo, lo miré de reojo y lo noté muy enojado. Mi
enojo no se debía a su presencia, sino al saber que luego de irse de mi
oficina comenzaría a hablar pavadas sobre mí sin siquiera conocerme. Ya
nadie me trataba como antes, él había conseguido que toda la empresa
estuviera en mi contra y el malo de la 114 era yo. Si la gente creía eso no
era mi culpa, su arrogancia  y su mal modo hacía que nadie lo soportara.


Estaba harta de las situaciones que estos dos generaban. Eduardo no era tan
mala persona después de todo. Por suerte, Jorge tomó los papeles y se fue de
vuelta a su oficina, y mientras caminaba hacia mi lugar de trabajo sentía
que la mirada de Eduardo se iba alejando de mi y ya el temor se alejaba de
mi cuerpo.

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